jueves, 19 de enero de 2012

Qué queremos como sociedad?

Todos los seres humanos participamos de una o de otra manera en la vida social.

Cuando nos quejamos, no estamos de acuerdo, entonces, tenemos que alzar nuestra voz y decir, esto quiero, esto no quiero y además, deseo que la vida en sociedad sea lo mejor posible..

Solo hablar no representa nada:

Es decir, para que suceda aquello que yo quiero que tengo que hacer, que acciones necesito tomar para que eso ocurra...

En este sentido, dedico este artículo a aquellas personas que desean un cambio en su vida, pero quizá, no logran obtener los recursos, las ganas o la motivación suficiente para llegar a sus objetivos.

Con esto quiero decir, que tenemos que reflexionar en aquello que queremos de nuestras vidas en lo individual, porque eso, siempre tiene un impacto en nuestra vida social.

Hoy yo tengo que emprender acciones que me lleven a mis objetivos, a la vida que deseo, pero tiene un costo:

-      Tal vez necesito levantarme más temprano.
-      Quizá, porque requiere un doble esfuerzo en mi vida.
-       
-      Sí nos creemos tan importantes y estamos dispuestos a aceptar el reto de solo nuestros intereses, entonces, tenemos que correr el riesgo de sentirnos muy defraudados, porque los demás, jamás estarán interesados en nuestros proyectos, es decir, si quiero ser una persona exitosa, tengo que correr el riesgo que eso implica.

La gran mayoría de las personas quieren y desean algo en sus vidas. Algunas lo logran otras no.

¿A qué se debe este fenómeno de que algunos logren aquello que persiguen y otros, ni siquiera están cerca de alcanzarlo?

Desde mi punto de vista, primero se encuentra el Ser. Es decir, ¿quién quiero ser en mi vida?

La realidad es que lo que cada una de las personas quiere Ser, no es cuestinonable. Algunas personas desean ser grandes deportistas, políticos, enfermeros, periodistas, escritores, líderes, etcétera.

Es decir, cada persona sabe quién quiere Ser, pero rara vez, se cuestionan o preguntan:

¿Qué necesitan para llegar eso que quieren?

En este sentido, el deseo  se funde en el vacío.

Porque para Ser, tenemos que hacer aquello que nos lleva a la consecución de nuestros objetivos en la vida.

Para Ser necesitamos movernos en el hacer, sí yo quiero ser un gran concertista de violín, entonces, mis acciones, tendrán que estar encaminadas al ejercicio de dicha actividad, practicar una, dos, tres o cuatro horas diarias para darle continuidad a mi hacer.

Las grandes frustraciones se encuentran en el camino lleno de piedras. Por supuesto, que llegar a Ser lo que uno quiere se encuentra en el esfuerzo, en la dedicación, en los errores, en los aprendizajes y en la vida misma.

Pero si solo deseo ser un gran concertista de violín, y solo veo el violín, no entro a clases con maestros experimentados en el tema, no me preparo, no me dedico, entonces mi objetivo se convierte en un anhelo de Ser. No realizo las acciones necesarias que me lleven a lo que quiero, a lo que deseo, a lo que anhelo.

En esta vida, y si existen otras, seguramente que será más o menos semejante.

Con esto, quiero decir, que el proyecto  de mi vida lo determino yo, lo planteo yo y lo ejerzo hoy…

Necesito tener una visión de futuro para mí, para mi vida, para los míos…

Y por tanto, eso siempre impacto en lo social:
-      Quiero en mi vida social?
-      Y qué estoy haciendo para que eso suceda?

Gracias por leerme, mi misión es la calidad de vida emocional y su impacto en lo social.


Ana Giorgana

El gran negocio humano...

Me parece realmente digno de mención en lo que se ha convertido nuestra sociedad actual. El gran negocio se hace y se realiza a la luz de la experiencia humana.
El narcotráfico, la violencia y los escándalos se muestran a la orden del día en nuestras vidas. Así, los seres humanos, su experiencia y sus vidas se están convirtiendo ante nuestros ojos en un verdadero negocio.
Algunos ejemplos al respecto nos lo muestran. Las bandas de narcotraficantes que se debaten territorios, poder y una economía rampante que deja grandes dividendos. La ley del “lo puedo todo”. Y por supuesto que lo pueden todo, nadie puede tener un poder mayor, y mucho menos en lo individual. Aquí el meollo del asunto es el atropello de mis intereses como grupo frente a la sociedad.
Asesinatos, matanzas, bestialidades se observan y se viven en muchas regiones de nuestro país.
Hemos perdido, como nación y como individuos, la seguridad, elemento esencial para llevar una vida productiva, integrada y satisfactoria. La cultura del miedo se está instaurando en las mentes y realidades de un sinfín de personas.
Pero el gran negocio de hoy es el de la vida humana. Trata de blancas, pornografía, abuso a menores, pasar a indocumentados, tráfico de órganos, desaparición de menores y todo por poco o muchos pesos, dólares o euros.
¿Qué clase de sociedades estamos construyendo?
Siempre existe un necesitado que se involucra en estas redes, cae y vende lo más sagrado, su existencia. Quizá por necesidad, tal vez, por desesperación de no poder insertarse en trabajos dignamente remunerados.
Probablemente porque no hay opciones, un hijo enfermo, una madre sin posibilidades de existir, un marido agresivo y sin futuro. Los factores sociales pueden ser infinitos. Y por supuesto, que no se trata de buscar culpables. El gobierno, las mafias, la necesidad económica y la explosión demográfica.
El tráfico frente a la experiencia humana se ha convertido en un gran negocio. Necesitas un hijo: " yo te lo consigo por una lana". Quieres dinero, yo te lo consigo si te prostituyes. Te hacen falta donadores de órganos, yo te los doy por a cambio de dinero. Quieres volverte rico de una vez por todas, invierte tu dinero en un bar, ahí las bebidas son adulteradas, por el precio de una botella te llevas el 400% o más, y todo se permite.
Por qué las autoridades no fijan un precio a las bebidas, a los alcoholes y quizá a las drogas que se venden en esos lugares. Por qué se extorsiona y condiciona a los asistentes a tener que consumir una, dos, tres botellas para tener una mesa. No, nadie legisla ese comportamiento rapaz y feroz. Todos somos cómplices. Nosotros por permitir que nuestros hijos acudan a esos lugares y los dueños de los lugares porque abusan de su condición para imponer sus condiciones a la diversión.
Por otra parte, los inmigrantes viven en su día a día condiciones de sadismo inenarrables. Pero necesitan el dinero. Así que para otros es un gran negocio, además de ganar una buena cantidad todavía se dan el lujo de un trato indecente y despiadado para quienes los alimentan.
No cabe duda, el tráfico humano es un gran negocio y deja dividendos millonarios.
En días pasados leía una nota publicada en El Universal acerca de un libro que está por salir sobre el pasado oscuro de la Letizia, esposa del príncipe Felipe. Por supuesto que independientemente de que sea realidad o no, es un libro que vende, el tema es publicitario. Y por supuesto, supongo, que no se trata de informar sino de escandalizar a una sociedad como la española, orgullosa de su realeza. Pero ese, no es el tema. La situación es vender, ganar dinero con el argumento y que exista una gran cantidad de consumidores sobre el tema.
La experiencia de Letizia, sea cierta o no, atañe justamente a lo que planteo en este artículo, el gran negocio humano. No puse atención ni al escritor ni al editor, mi indignación fue mayúscula. Queda claro es un evento publicitario para ganar dinero fácil. Además de que de antemano, se curan en salud “es probable que el libro sea censurado”. O sea, una mayor expectación sobre el escrito. En otros momentos, se trataba de la vida de Lady Di. Y así terminó sus días.
Me parece por demás insistir, la vida y la experiencia humana son un gran negocio.
¿Hacia dónde vamos? ¿Qué queremos?
Necesitamos participar y denunciar lo que no queremos en nuestras vidas como sociedad, como familia y como personas.
Esa es mi opinión. No podemos mantener una vida pasiva observando cómo las atrocidades suceden a otros seres humanos. Hoy son ellos, pero mañana pueda ser cualquiera. Dejemos de hacer de la crueldad y el escándalo un gran negocio para ellos y para nosotros como consumidores. ¡Ya basta!
Gracias por leerme, mi misión es la calidad de vida emocional.
Ana Giorgana
cecreto52@gmail.com

martes, 17 de enero de 2012

NO puedo vivir ni contigo, ni sin ti

Amores destructivos y ambivalentes.
Amores llenos de odio y de amor.
Amores llenos de amor
Ana Giorgana


CeCreTo-Centro de desarrollo humano y personal

El Periodismo: El celular nuestro gran compañero de vida...

El Periodismo: El celular nuestro gran compañero de vida...: En días pasados estaba sentada en un centro comercial y pude percatarme que el teléfono celular se ha convertido en el artefacto moderno qu...

El amor de un padre...

En el momento en el que nos sentamos a reflexionar sobre la importancia de la figura del padre en nuestras vidas, ésta se hace más intensa, más profunda y más sentida. Sobre todo, cuando ya no está a nuestro lado, existe por supuesto, en el corazón, en el sentimiento y en la enseñanza.

Algunos contamos con la fortuna de haber gozado de un amor sin límites, que no dije, sin avatares. Un amor sentido y esperado por un padre. Su protección en todo momento, también sus arrebatos en otro, pero siempre ahí, presente, sin juzgar, sin cuestionar, solo ahí, tratando de estar con todo lo que la guía de un padre puede hacer. Estar y solo estar, junto, cerca, inquiriendo, aconsejando y también poniendo límites claros y en ocasiones hasta autoritarios de acuerdo a su forma y manera de ver el mundo.

Esta figura paterna llena de valores, de entrega y de responsabilidad marca la vida de las personas de una manera consustancial a la existencia. Un padre ausente y distante, lejano y no reconocido también la marca.
Pero todos tenemos un padre, y sean las condiciones de nuestra existencia, tenemos que reconocerlo y darle un lugar en nuestra vida, en nuestros génes, en nuestra historia.

¡Nos guste o no!

Somos parte de su historia, de su linaje, de su estirpe y estamos expuestos a su presencia ancestral.

No se trata de querer o no, no se trata de un acto de voluntad solo de saber que estamos en este mundo porque somos parte de su historia y cuando no lo reconocemos caemos en un abismo de tristeza, frialdad y sin sentido.

Reconocer al padre es estar dispuestos a vivir una vida en plenitud

En mi caso particular, me siento muy complacida de ser parte de su historia, de su sangre y de su sabiduría, solo sus pasos han guiado los míos.

Toda vida bien sustentada está cifrada en el reconocimiento de nuestros orígenes.
Nadie puede ser o no ser sin el reconocimiento y la honra a su propia existencia.

Bert Hellinger lo ha reconocido en su forma particular de comprender la existencia humana y familiar en su terapia sistémica, las constelaciones familiares: http://cecreto.com/articulos/detalles_articulos/47

El celular nuestro gran compañero de vida...

En días pasados estaba sentada en un centro comercial y pude percatarme que el
teléfono celular se ha convertido en el artefacto moderno que acompaña todas
nuestras actividades. Las personas pasaban y pas eaban, caminaban de un lado a otro
de la plaza y la gran mayoría, sino es que todas , contaban con un teléfono móvil.