martes, 24 de mayo de 2011

La indignación un sentimiento que nos lleva a la acción.

La Indignación....

Mayo 2011

Calidad de vida emocional

Ana Giorgana

Es asombroso escuchar las noticias acerca de cómo los mexicanos nos encontramos indefensos frente a tanta barbaridad que se sucede en diversas ciudades del país.

No queda más que la indignación por no contar con las herramientas y armas necesarias para combatir tanta indefensión:

¿Por qué tenemos que ofrecer a nuestros hijos, a nuestros afectos más preciados a unos cuantos que intentan arrebatar el territorio en actos de corrupción y de crímenes, que nada tienen que ver, con las circunstancias de la sociedad civil?

Es evidente que una lucha de poder se está jugando en todos y cada uno de los territorios dónde “se dice que es el narcotráfico, los zetas, el crimen organizado”. En el fondo las causas reales escapan a nuestra comprensión.

La indignación parece ser el último recurso para liberar esa ira, enfado e impotencia que provocan los actos de injusticia. Y que en cierto momento nos involucran a todos. Como sociedad estamos solos en esta cuestión agresiva y violenta.

Los factores que determinan estos actos de barbarie y -que atentan a las personas de pie, a aquellos que trabajan y son una pieza importante en la economía del país, que a diario se levantan y son seres productivos para el país, contra ellos arremeten en sus negocios, en sus proyectos, en sus vidas- son complejos y múltiples.

Un gobierno que intenta dar una lucha a esos criminales pero que no cuenta con los mismos recursos para su batalla. La economía del país, los actos de poder, la descomposición social, también los cotos económicos y de liderazgo territorial, en términos de ganar más tanto en economía como en posiciones de corrupción.

Los menos avezados escuchamos sobre los “narcos”, “los zetas”, “el crimen organizado”, “organizaciones criminales”, “los cárteles de la droga”, etcétera. Sin embargo, el gobierno o los grupos en el poder, pese a sus esfuerzos, no logran desarticular esa gran mole de violencia. Por el contrario, los grupos se han vuelto más visibles. Matan a quemarropa y a cualquier hora del día.

El gran problema que yo observo no es el ataque o contra ataque entre los grupos. Sino que la sociedad civil y todos y cada uno de los ciudadanos en medio como carne de cañón para generar presiones. Algunos dicen que esos grupos hacen todo este tipo de manifestaciones como señales para el gobierno y que comprendan que su lucha está perdida.

Otros opinan que se debe a una descomposición social y fallas en los programas gubernamentales para enfrentar el problema. Lo que es más lastimoso, como lo indiqué en párrafos anteriores que seamos los ciudadanos los que tengamos que pagar con la pérdida de los afectos estas luchas que parecen no tener fin.

No quisiera repetir de ningún modo todo lo que se dice en las noticias acerca de lo que sucede, principalmente, en el norte del país. Pero tampoco podemos ya permanecer tan indiferentes y sólo en la indignación.

Ese hijo que matan, ese padre que no vuelve, ese marido al que le arrebatan su negocio y además la vida podría ser en algún momento el nuestro. Cada acto violento frente a cualquier mexicano, es un evento que nos perjudica a todos los mexicanos. Una injusticia más y los atropellos nos tocan a todos los que habitamos en este país.

La ira, la cólera, el enojo y el enfado expresados en términos de  indignación, siempre tienen un límite y no pueden reprimirse de eternamente y por alguna parte tendrán que expresarse.

¡Qué Dios nos agarre confesados cuando eso suceda!

Pero antes de que algo más pueda ocurrir solo la pronta participación de la sociedad puede implementar un giro a estos eventos trágicos en la vida mexicana en este momento. Necesitamos estar alertas y cada uno desde su trinchera hacer lo propio para erradicar esta situación.

Tal vez, necesitamos volvernos una sociedad más exigente. De todos modos las muertes y las armas están por doquier. Más organizados y participativos para tener un México mejor para nosotros y para las generaciones venideras.

Estos son mis mejores deseos, los comunicadores hacemos lo propio, los psicólogos, y cada uno en su vida está dispuesto a contar con sociedades más justas, equitativas e igualitarias.

La indignación es solo un termómetro que nos indica el sentido de una existencia que no estamos dispuestos a seguir tolerando.

Tal vez, cuando en la vida objetiva y real no existen alternativas, todos los seres humanos invocamos a un poder superior que nos proteja y quizá con los viajes de Juan Pablo II y su próxima beatificación, habría que pedirle por la paz de México. Esa ha sido mi más profunda plegaria frente a este hombre que tanto amo nuestro país.

Yo sí quiero un México mejor para mí y para los míos, para ustedes y los suyos.

La calidad de vida emocional es indispensable para contar con las condiciones para satisfacer las necesidades propias, por tanto, si desea contactar conmigo puede hacerlo mediante nuestra página. www.cecreto.com
Ahí tenemos un formulario de contacto.

Artículo publicado en la columna sabatina de Milenio Diario Puebla
Columna: Calidad de Vida Emocional y su Impacto en lo Social.

Todos los derechos reservados 2011 ©  de Cecreto y Ana Giorgana