Calidad de vida emocional
Ana Giorgana
La violencia parece ser una de las características de las sociedades actuales. Se observa, se vive y se experimenta por doquier. Nadie escapa de ella. Los hombres y las mujeres tienen que estar al acecho, de que otro, no venga a violentar sus derechos, su calma, su productividad, a su familia. Cuidar sus pertenencias y estar muy abusados para que no existen situaciones de abuso del afuera.
Pero también es una realidad que la violencia se puede ver en las formas y modos de comunicación, las imágenes, las noticias, el mundo del espectáculo y de la política da rienda suelta a sus agresiones y violencia frente a otros. Los más poderosos tampoco se escapan de sufrirla. Los diarios se convierten en sus bastiones para dar a conocer las atrocidades de otros, en el mundo de la política es lo usual, y más en épocas electorales.
La violencia tiene consecuencias graves cuando se enfocan como el único medio de relación entre los seres humanos. La violencia externa es difícil controlarla o quitarla de nuestras vidas. Está más allá de nuestras posibilidades de acción.
Pero la violencia interna, la que se gesta en el seno mismo de las familias está destinada a dejar fuertes implicaciones en la vida de quienes la ejercen como de quienes la padecen.
Nadie se considera violento sino que son sus formas y maneras de educar.