La
tolerancia es un valor que se puede definir como aquella cualidad humana que
permite la aceptación de la diversidad y de la diferencia. Ésta diferencia
puede ser religiosa, social, de ideología o de cualquier otra discrepancia que
pueda tener una persona o grupos de ellas, en lo referente a la postura
personal.
La
tolerancia se enaltece en las democracias, ser tolerante e incluyente es una
manera de refrendar acuerdos entre grupos diversos que requieren convivir dentro de una sociedad.
La tolerancia es asumir que la diferencia es hoy en día la única forma de
convivir con otros seres humanos. Ser
diferentes no es ser enemigos.
Es
necesario tomar conciencia sobre la importancia de la tolerancia, cada día más
observamos formas de impaciencia, de intolerancia que afectan gravemente no
solo la vida de una sociedad en su conjunto, sino, en el seno mismo de las
familias, las escuelas, los centros culturales y de formación.
La
ausencia de la tolerancia a lo largo de la humanidad ha llevado a guerras
religiosas, políticas, económicas, etcétera.
Y todavía en el siglo XXI se sigue hablando de la importancia de la
tolerancia, sin ella, estamos expuestos a ser invadidos en cualquiera de
nuestras esferas como individuos: física, emocional, intelectual e incluso
espiritual.
Pero
es justamente su contrario, la intolerancia con la que más convivimos. En mi práctica profesional la gran mayoría de
las personas sufre en sus vida una gran intolerancia a su manera de ser,
simplemente se sienten descalificados, no aceptados, no reconocidos e
ignorados, en tanto seres humanos y personas dignas de contar con una
psicología diferente a las de sus padres, compañeros de la escuela u otros
significativos.
Los
padres apelamos a que nuestros hijos sean felices, parece ser una constante
preocupación de los educadores modernos. La felicidad solo puede lograrse
cuando se ha educado en valores, uno de ellos, es la tolerancia.
En
nuestra sociedad actual la tolerancia de los padres hacia los hijos, en algunos
casos, brilla por su ausencia. Tolerancia no es la libertad de que hagan lo que
quieran y cuando quieran, por el contrario, la tolerancia es enseñarles que se
puede tener diferente manera de ver la vida, y que la de ellos, es respetable,
pero que existen límites claros y entendibles para ejercer una libertad.
La
tolerancia es un aprendizaje, se educa, se vive con el ejemplo. Una buena forma
de explicar la intolerancia es mediante el prejuicio, en el que hacemos un juicio
de valor frente algo o alguien y lo tratamos de manera negativa porque no
responde a lo que nosotros pensamos que el mundo o las personas deben ser. Lo
más importante no es la tolerancia en sí, sino la práctica de la misma con la
familia, con los alumnos, con los padres, con los hermanos, con las personas
que vemos en la calles, es una práctica de civilidad.
Para
vivir en sociedad se requiere tolerancia. En la pareja es necesaria la tolerancia. En la educación no podemos
prescindir de la tolerancia. Para tener una existencia en un mundo globalizado se
requiere una gran dosis de tolerancia, de lo contrario, estamos sujetos a
guerras, violencia e imposiciones creyendo que tenemos la mejor opción de
percibir el mundo.
La
ciencia ha comprobado que no existen dos personas en el mundo que lo perciban
igual. Entonces: ¿por qué nos empeñamos en convencer a los demás de que nuestra
idea, posición es la única que merece respeto? Justamente esta premisa es la
que justifica a todas luces la tolerancia, no solo es respetar la diferencia
del otro, sino reconocer al Otro como un ser humano que posee el mismo derecho
para percibir el mundo como bien le venga en gana.
Requerimos
repensar, cuáles son las formas en las que realmente vivimos esa tolerancia y
cómo la traducimos en conductas para con otros y para con nosotros mismos. La
educación y la observación es la única manera de poder hacer un cambio en
nuestras circunstancias.
O
usted que opina…
Ana Giorgana
cecreto52@gmail.com